SALSA DE CHOCOLATE PARA POSTRES

Echar el chocolate troceado en un cazo con el agua. Sobre fuego muy suave fundirlo sin dejar de mover y sin que llegue a hervir en ningún momento.

Cuando esté la salsa bien lisa, añadir la mantequilla fuera del fuego y batir con las varillas para que brille.

No es aconsejable caer en la tentación de hacerla con leche o con nata. Sus caseínas desvirtúan el sabor intenso del chocolate y le restan potencia, aún cuando quede más suave en la boca.

Si se es gustoso de salsas de chocolate más intensas, elegir chocolates con mayor pureza de pasta de cacao, hasta un 75% y, si aún parecen poco potentes, añadir al cazo cuando el agua ya esté caliente 1/2  o hasta 1 cucharada de cacao puro sin azúcar. Cuando la salsa se ha terminado con el cacao y el chocolate elegido, batirla con la mantequilla, como en el primer caso.

NOTA: Como es natural y en el caso de que se quiera perfumar la salsa y, según el tipo de postre postre que va a acompañar, se pueden elegir diversos perfumes y especias.

–Con una vaina de vainilla en el agua hasta que hierva y hasta que se termine la salsa -momento en el que se debe retirar-, antes de añadir la mantequilla. Será perfecta para servir con helados de vainilla, de fresa, profiteroles y bollos de sabor suave.

–Con un trocito de canela, un par de clavos de especia enteros, un trocito de lo amarillo de la piel del limón y un trozo de chile seco, al estilo mexicano. Prodigioso Saint Honoré de nata, París-Brest de nata con crema o tartas de otros rellenos más consistentes, panqueques con nata, sorbetes de frutas..

–Con un trocito de canela, 2 clavos, cuatro granos de pimienta negra, 1 cucharada de rosa olorosa seca, un trocito de jengibre fresco pelado o una cucharadita de jengibre seco en polvo -que se hierven en el agua y se retiran antes de añadir el chocolate-, ¡para que vuele la cabeza! Con crêpes dulces de nata y crema de avellana, por ejemplo o una pastela abierta de crema pastelera y frutos secos.

–Los aromas son ilimitados, el chocolate sobrelleva todos con elegancia y solidez, sin perder un ápice de su pujanza. Es cuestión de gustos.